El ministro para Recursos Hídricos, Chen Lei, habló en Beijing del "serio peligro" que suponen las grietas causadas por el sismo en los diques de contención de los embalses, sobre todo en Sichuan. Según declaró, citado por la agencia Xinhua, es necesario informar de los potenciales peligros a fin de evitar una nueva catástrofe. "El resquebrajamiento de diques podría ocasionar numerosas víctimas si las inspecciones y los trabajos de saneamiento no se llevan a cabo a tiempo", advirtió también su viceministro, citado por el "China Daily". En el distrito de Maoxian, dos diques están "tan dañados" que se ordenó evacuar la zona.
Al norte de Beichuan, donde todavía miles de afectados se encuentran bajo los escombros, el río Jianjiang quedó bloqueado por un gran movimiento telúrico. El agua se ha estancado ante una barrera de guijarros y rocas que amenaza con inundar la zona. "Si se rompe la pared que bloquea el río, la ciudad será engullida por el agua", advirtió un experto. "Todas las personas que se encuentran atrapadas morirán". Un grupo de expertos se trasladó a la zona para valorar la amenaza, informó el instituto sismológico. Los trabajos de rescate en la ciudad de Beichuan continúan, pese a todos los peligros. Además, expertos señalan que una persona puede sobrevivir un máximo de tres días sin agua y tres semanas sin comida, pero al estar enterrados bajo escombros, el miedo puede alterar el metabolismo y disminuir con mayor rapidez las reservas corporales. Y peor aún es la situación de los cientos de niños atrapados entre las ruinas de al menos nueve colegios.
Pero que diferente es la realidad en Birmania, donde un poder infame no se inmuta al ver a sufrir a su pueblo.
Que vergüenza.
A pesar de estas cifras tan alarmantes, y de los entre 1,6 y 2,5 millones de damnificados que necesitan urgentemente alojamiento, comida o agua, la Junta militar ha mostrado más interés en contar los votos del referéndum constitucional del sábado que los muertos por el ciclón, que siguen descomponiéndose al aire libre en muchos arrozales y ríos del delta del Irrawaddy.En un inusual caso de rapidez en el recuento del escrutinio, el Comité para la Celebración del Referéndum anunció ayer que la nueva Carta Magna redactada por los militares había sido aprobada por el 92,4% de los 22 millones de electores que votaron el pasado sábado.
Otra cifra que, por su abrumadora contundencia, resulta extrañamente anómala en una consulta popular, pero que se entiende a la perfección si se tiene en cuenta el estado de terror que ha impuesto el régimen pilotado por el general Than Shwe. A la vista de las coacciones o las futuras represalias, pocos se han atrevido a rechazar la Constitución elaborada por la Junta militar, que ya ha sido criticada por la oposición por vetar a su líder, la Premio Nóbel de la Paz Aung San Suu Kyi, y por reservar al Ejército el 25% de los escaños del Parlamento en las elecciones previstas para 2010.
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