(Texto copto de Nag Hammadi)
Estas cosas dijo el Salvador mientras yo veía a unos sacerdotes y al pueblo que corrían hacia nosotros con piedras como para matarnos. Y me aterroricé pensando que íbamos a morir. Y me dijo:
—Pedro, te he dicho muchas veces que son ciegos que no tienen guía. Si quieres conocer su ceguera, pon tus manos sobre tus ojos de tu vestido, y di lo que ves.
Y cuando lo hice, no vi nada. Dije:
—No es posible ver nada.
Me dijo de nuevo:
—Hazlo otra vez. Y se produjo en mí un gran temor y alegría a la vez, pues vi una nueva luz más grande que la luz del día. Luego descendió sobre el Salvador, y le conté las cosas que había visto. Y me dijo de nuevo:
—Levanta tus manos y escucha lo que dicen los sacerdotes y el pueblo.
Y oí a los sacerdotes mientras estaban sentados con los escribas. Las multitudes gritaban a voces. Cuando escuchó (el Salvador) de mí estas cosas, me dijo:
—Agudiza tus oídos y oye lo que están diciendo.
Y escuché de nuevo.
-Mientras estabas sentado te alababan.
Y cuando le dije estas cosas, el Salvador dijo:
—Te he dicho que éstos son ciegos y sordos. Escucha, pues, ahora las cosas que se te está diciendo misteriosamente y consérvalas. No se las digas a los hijos de este mundo, pues blasfemarán contra ti en este mundo, ya que te desconocen, pero te alabarán cuando tengan el conocimiento.
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