06 mayo 2008

Los Libros apócrifos. El Apocalipsis de san Pedro

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Y en los postreros días, dice Dios
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne
y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán
vuestros jóvenes verán visiones
y vuestros ancianos soñarán sueños.
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SAN PEDRO EN PENTECOSTÉS
.En diciembre de 1945, un campesino árabe hizo por casualidad un descubrimiento arqueológico cerca del poblado de Nag Hammadi (Pueblo de alabanza) En el Alto Egipto. Este se ha convertido en fuente imprescindible de estudio para los historiadores de las religiones. Se trataba de 13 papiros, encuadernados en cuero.
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Más de 1100 páginas de antiguos manuscritos en papiro, enterrados junto al acantilado oriental del valle del Nilo, donde en el año 320, San Pacomio, fundó el primer monasterio cristiano en Egipto. Los monjes del lugar copiaron unos 45 escritos religiosos en una docena de códices desde el griego al copto. Esos fueron cuidadosamente guardados en un recipiente sellado y escondidos en unas grutas próximas, donde permanecieron ocultos durante casi 1600 años.


EL APOCALIPSIS DE SAN PEDRO
(Texto copto de Nag Hammadi)
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Estas cosas dijo el Salvador mientras yo veía a unos sacerdotes y al pueblo que corrían hacia nosotros con piedras como para matarnos. Y me aterroricé pensando que íbamos a morir. Y me dijo:
—Pedro, te he dicho muchas veces que son ciegos que no tienen guía. Si quieres conocer su ceguera, pon tus manos sobre tus ojos de tu vestido, y di lo que ves.
Y cuando lo hice, no vi nada. Dije:
—No es posible ver nada.
Me dijo de nuevo:
—Hazlo otra vez. Y se produjo en mí un gran temor y alegría a la vez, pues vi una nueva luz más grande que la luz del día. Luego descendió sobre el Salvador, y le conté las cosas que había visto. Y me dijo de nuevo:
—Levanta tus manos y escucha lo que dicen los sacerdotes y el pueblo.


Y oí a los sacerdotes mientras estaban sentados con los escribas. Las multitudes gritaban a voces. Cuando escuchó (el Salvador) de mí estas cosas, me dijo:
—Agudiza tus oídos y oye lo que están diciendo.
Y escuché de nuevo.
-Mientras estabas sentado te alababan.
Y cuando le dije estas cosas, el Salvador dijo:
—Te he dicho que éstos son ciegos y sordos. Escucha, pues, ahora las cosas que se te está diciendo misteriosamente y consérvalas. No se las digas a los hijos de este mundo, pues blasfemarán contra ti en este mundo, ya que te desconocen, pero te alabarán cuando tengan el conocimiento.

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