
Zapatero, aunque esté solo, tendrá que subirse al carro de la batalla. España tiene soldados en el Líbano y Afganistán. Pero el pricipal problema lo tendrá en su casa, por lo tanto, endurecerá la Ley de Extranjería.
En plena polémica por la Directiva de Retorno aprobada el miércoles en el Parlamento europeo, el Gobierno español desveló ayer sus cartas en materia de extranjería con la advertencia de que la ley se endurecerá Corbacho explicó ayer que el mantenimiento de un sistema «más extenso» podría motivar la llegada de «más de un millón de personas» en cinco años, una afluencia «masiva» que podría comportar un «desequilibrio negativo» para la economía.
El Ejecutivo, según anunció ayer De la Vega, también quiere aprovechar la modificación legislativa para incorporar a la normativa los derechos de asociación y sindicación de los inmigrantes, limitados por una ley aprobada durante el último mandato del PP y reconocidos por el Tribunal Constitucional. El Gobierno confía en que el nuevo clima político y la distensión de las relaciones con el Partido Popular contribuya a fraguar un acuerdo en esta materia que permita aprobar la ley a finales de año y que entre en vigor en 2009. Ayer, sin embargo, los populares dieron el primer toque de atención al Gobierno por sus planes. «Han pasado del 'papeles para todos' al 'maletas para todos'», censuró el portavoz de inmigración de los conservadores en el Congreso, Rafael Hernando. A su juicio, las reformas que pretende impulsar «evidencian el fracaso» de las políticas de inmigración «que se han venido aplicando». Algunas asociaciones de extranjeros criticaron el «giro regresivo» del Gabinete Zapatero mientras IU le acusó de poner a los inmigrantes «a los pies de los caballos».

Sarkozy había desaparecido por un corto tiempo - se entiende porque - Pero ha vuelto rejuvenecido y de inmediato a reintegrado a Francia a la OTÁN, y también se ha preocupado de del tema de la inmigración. Sarkozy deporta en cinco meses a 14.660 ilegales y busca expulsar a otros 14.000.
La política de inmigración «escogida» que Nicolas Sarkozy quiere exportar al resto de la Unión Europea, ya está dando sus frutos en el plano nacional: en los primeros cinco meses del año se expulsaron de Francia a 14.660 inmigrantes irregulares, lo que supone un incremento del 80% respecto al mismo periodo de 2007, según las cifras del ministro de Inmigración, Integración e Identidad Nacional, Brice Hortefeux. Según él, se trata de una política «honesta, justa, equilibrada y perfectamente comprendida por los franceses, los socios europeos y los países origen de esa inmigración».
Pese a las críticas, Francia quiere alcanzar el objetivo de 28.000 expulsiones anuales marcado por el primer mandatario de ese país. La entrada de regulares por motivos de trabajo se incrementó un 36% en el último año, lo que indica un incipiente cambio de tendencia frente a la predominante inmigración de carácter familiar. En este sentido, Nicolas Sarkozy ha fijado en su mandato que los inmigrantes económicos supongan el 50% del flujo migratorio regular.
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