14 agosto 2008

La neurociencia como arma de guerra. Esto es el ingreso ilegal al subconciente.

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Varias veces hemos escrito sobre el neuromarketing que Coca-Cola y otras grandes multinacionales utilizan para vender sin que existan barreras entre el subconsciente y el producto. La OTÁN también la utiliza para mejorar su pocisionamiento en la mente de las personas, pero ¿Cómo arma de guerra? Este artículo es solo un botón de lo que será el control mundial. Estas son noticias incluso más peligrosas que la guerra en Georgia.
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En esta imagen se muestran las áreas que se afectan con diversos estímulos, con la aplicación del neuromarketing. La ciencia es como la lámpara de Aladino "Una vez liberado el genio ya no hay vuelta atrás" Ahora los EE.UU utilizarán este conocimiento como arma. Mejor nos compramos cascos magnéticos o lo que sea, porque esta arma nos confundirá a todos los demás. Cuando vemos este tipo de información nos acordamos de todas las personas que nos llaman desinformadores, fanáticos y muchas cosas más. Esto es publicidad subliminal, o sea bajo el umbral del subconciente. Técnicamente está prohibido pero semiológicamente no.

Tu cerebro entra en guerra.

Eso pretende ahora el ejército estadounidense, que ha creado un comité para evaluar el potencial militar de la neurociencia. ¿Acaso no era de esperar? Y es que ayer se publicó un artículo creado por el Departamento de Defensa bajo el título “Neurociencia Cognitiva Emergente y Tecnologías Relacionadas”, en el que se trataban todas aquellas tecnologías que potencialmente podían ser útiles, y también problemáticas.

(Esta portada de un artículo empresarial es otra muestra más de para donde va la cosa)

Los principales campos de estudio fueron cuatro

Lectura mental. El desarrollo de modelos psicológicos e imágenes neurológicas está haciendo posible observar si una persona está mintiendo. Aún así, esta ciencia está en sus inicios, y hay problemas para poder realizar un estudio correcto. Estos lectores de mentes permitirían a los estadounidenses interrogar a enemigos capturados, o a “presuntos terroristas”, labor en la que suelen mostrarse de lo más exhaustivos.

Aumento cognitivo. Cuando los soldados se encuentren en plena guerra, sería importante conseguir drogas que los mantuvieran despiertos y alerta durante días, y porqué no, con un deseo de luchar intacto. Además, se plantea la posibilidad de una mejora tan significativa en el diseño de drogas que permita dar fuerzas casi sobrehumanas a quien las tome. De la misma forma, si se puede llegar a crear una droga que incremente una habilidad, también se plantearía diseñar la opción contraria, para destruir habilidades físicas o mentales.

Control mental. Y entonces viene la gran pregunta que se hacen los militares: Si podemos alterar el cerebro, ¿porqué no controlarlo? La motivación será básica en los estudios en este campo. Por un lado, que los soldados estadounidenses tengan deseo de luchar. Y por el otro, que los enemigos pierdan toda su motivación. Pero la intención no se queda aquí.

Hay ideas peores, aunque parezca mentira. Otras opciones que se plantean son: ¿Cómo hacer que la gente nos crea más? ¿Y si podemos eliminar la ira o el miedo? ¿Podríamos hacer que el enemigo nos obedeciera?

Conexión cerebro-máquina. Por último, será importante conseguir controlar sistemas robóticos (ya se puede mediante movimientos visuales, por ejemplo). Sería posible trabajar con prótesis sensoriales, asistentes robóticos que harían nuestro trabajo a distancia. Un futuro inquietante, sin duda. (Por Christopher Boone, Geciencia)

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